martes, 26 de julio de 2011

La cocina a leña de mi abuela Aurora


Mi primera infancia quedó marcada de experiencias asociadas a olores y sabores de la casa de mis abuelos maternos Teodoro y Aurora. La casa resistió el terremoto del 1939 pero no así el de 1960 ocurridos ambos en el sur de Chile.
La cocina era ciega, sin ventanas y con suelo de tierra apisonado. El horno funcionaba a leña y era alimentado desde temprano en la mañana manteniendo durante todo el día la tetera con agua caliente. Después de mi abuela, la faraona de la cocina era mi tía Olga quien celosamente cuidaba que nadie se metiera en su territorio. Allí se preparaban las sopas, las carnes, los diferentes acompañamientos, las frutas y verduras, los postres que permitían alimentar a toda la familia. Cuando los nietos visitábamos y también nos quedábamos a dormir en la casa, nuestras tías nos llevaban al sótano en el cual se guardaba la leña. A mí me encantaba bajar allí no solo porque ayudábamos sino también por el olor que emanaba de los trozos de leña. Periódicamente pasaban unos carretones vendiendo por las calles la leña para aprovisionar las casas de Concepción. Siempre recuerdo que para el terremoto de 1960, se cortó el agua en todas partes y el único líquido que en un principio se pudo ocupar fue el agua limpia en la cual mi abuela había dejado en remojo unas papas el día anterior. En esa agua cocinaron la sopa de pollo que nos dieron a los niños el día del terremoto. Durante varios días, la familia permaneció unida en torno a esta casa la cual hubo que dejar para siempre porque gran parte de su estructura quedó dañada.
Muchos olores y sabores quedaron guardados en mi memoria olfativa y gustativa aderezados por el cariño de nuestros abuelos y tíos.

sábado, 2 de julio de 2011

Crema de zapallo



Théo, un amigo de mi marido, compró 5 zapallos del tamaño de dos sandías cada uno en la Feria Lo Valledor. Cada uno costó $500 pesos chilenos, equivalentes a un dólar más o menos.¡Para no creerlo! Por intermedio de esta amistad me llegó uno de esos zapallos y comencé a pensar en qué usarlo. Como hace poco le celebramos el día del padre a mi papá, en medio de un sinfín de delicias para el paladar, mi hermana Marisol comenzó a servir una deliciosa y reconfortante crema de zapallo. Con esta crema de inspiración, decidí realizar mi versión de manera intuitiva. Es simple y queda de maravillas.
Aquí va mi receta:


Ingredientes

¾ Kilo de zapallo
½ Cebolla
3 dientes de ajos
½ cubito de caldo
Una pizca de orégano
Una pizca de comino o pimienta
Sal a gusto
1taza de crema espesa o ½ litro de leche


Preparación

Trozar el zapallo en 6 trozos, agregar la cebolla y el ajo (sin sofreír)
Condimentar con las especies indicadas o a gusto de cada uno
Agregar sal, cubito de caldo y un litro de agua. Cocinar hasta que el zapallo y lo demás esté cocido.
Licuar con la mini-pimer o juguera y mientras se realiza el proceso agregar la crema o la leche. Probar y rectificar si es necesario, la sal. El espesor de la sopa calíbrelo a su gusto.
Servir con ciboulette picado o hierbas al gusto.
Disfrutar.